sábado, 31 de octubre de 2009

La verdadera felicidad incomoda.

Parecer ser y parecer tener, son los elevadores mágicos hacia la felicidad. Todo aquello complejo y artificial, vale y vale mucho... La gente linda y normal es compleja y triunfadora.
Premisas culturales hegemónicas retuercen la pureza del ser y construyen egoísmo, individualismo, indiferencia, hipocresía, deslealtad, desamor… La prolijidad, los buenos modales y el buen gusto son disfraces perfectos para disimularlo todo. La meta es parecer ser: auténtico, feliz, con onda, comunicativo, y solvente.

Iluminemos nuestro interior sin esfuerzos, sin resignaciones, sin culpas, sin miedos, sin mentiras ni engaños y aparecerá el verdadero ser, ese que escondiste a las apuradas
por que llegaba la adolescencia y que luego, en la adultez, sin piedad censuraste para poder pertenecer al rebaño feliz, al rebaño del “ ¿Todo bien ?” .

Ser feliz es simple, y esa simpleza abruma.
No seas hipócrita y cobarde,
¡ Sé feliz !